No los abandones, llévalos contigo.

abandono

Empiezo esto diciendo que, a pesar de que en este espacio (y en otros en los que participo) se habla de otros temas, simplemente hay cosas que no se pueden dejar pasar. Y así como hacemos tiempo para leer sobre cosas agradables, podemos encontrar en nuestro día un momento para reflexionar acerca de la responsabilidad que asumimos en el momento en que decidimos incluir en nuestra vida a un animal.

 Hace un par de días encontré por mi barrio a una amiga que no había visto en mucho tiempo. Me contó que estaba destrozada porque justo en ese momento regresaba de la veterinaria donde había ido a “dormir” a su gata. Me salió natural preguntarle qué enfermedad tenía y la respuesta, para nada natural, que recibí en cambio fue que no podía seguir cuidando de su gatita porque estaba por mudarse a Valencia.

 Triste, triste, triste… una vida perdida innecesariamente… una aberración el que se tome una decisión tan drástica cuando existen un sinfín de opciones.

 En el momento en que se decide traer a nuestras vidas a un animal, se debe también decidir convertirse en un dueño (a falta de mejor palabra), responsable. Se adquieren las mismas responsabilidades que con un hijo y, del mismo modo, se obtienen las mismas satisfacciones y alegrías. Uno se convierte en el proveedor de bienestar, de salud, de sana alimentación, de compañía y de juego. Es un compromiso de por vida, que implica un gasto económico, un replanteamiento del espacio personal, implica también dedicación de tiempo y cuidados para garantizar que, tanto nosotros como nuestra mascota, podamos vivir una vida sana, tranquila, feliz y digna.

 Desafortunadamente no todos actúan de forma responsable y muchas mascotas terminan encadenadas, confinadas, abandonadas o, en el peor de los casos, asesinadas a manos de veterinarios inescrupulosos. De más está decir que la eutanasia debería ser el último recurso para terminar el sufrimiento de un animal muy enfermo o sin esperanzas de recuperarse y que ya no tiene calidad de vida.

 Es verdad, a veces la vida se torna difícil y nos vemos obligados a tomar decisiones drásticas. Y en ocasiones esto significa renunciar a nuestra convivencia con nuestra amada mascota. Pero, ¿qué alternativas existen en lugar de la eutanasia o el abandono?

 Si te mudas de casa, de ciudad, de país o de continente hay autobuses o aerolíneas que te permiten viajar con animales. Y también hay caseros que reciben a las mascotas con los brazos abiertos… siempre que les pagues puntualmente el alquiler.

Si te vas de vacaciones, llévalos contigo. Hay muchísimos establecimientos que aceptan mascotas. Y si no, busca a alguien que lo pueda tener en su casa por los días en que estarás fuera. Incluso existen pet-sitters,  gente profesional que viene a tu casa a darle de comer y pasear a tu mascota… incluso le dan agua a tus plantas.

 Si tu mascota tiene problemas de salud, existen buenos veterinarios y si tiene problemas de conducta, hay etólogos, que son especialistas en comportamiento animal, que te ayudarán a entender que “no hay perros – o gatos – malos sino dueños desinformados y que, la mayoría de las veces, nuestra mascota es simplemente el reflejo de lo que le hemos enseñado. Y todo lo aprendido se puede desaprender con la misma facilidad.

 Si estás embarazada, enhorabuena! Gatos – o perros – y bebés suelen ser una combinación estupenda si se maneja la situación correctamente. Es esencial que tu mascota esté sana y sea presentada al bebé de forma gradual y amigable. Es decir, que no perciba la llegada de un bebé como una amenaza a su posición de “primogénito”. Nuevamente, consulta con algún especialista y dedica tiempo para que la llegada de tu bebé sea una celebración para todos los habitantes de tu casa.

 Si tus problemas son de índole económica, cosa tristemente frecuente en estos tiempos de crisis, aprende a reorganizar tu presupuesto. Haz una lista detallada de tus gastos imprescindibles y determina en dónde puedes recortar tu budget familiar para darle cabida a los gastos de tu mascota. Seguro descubrirás que hay muchas cosas que puedes dejar de consumir y que te permitirán asumir los gastos médicos y de alimentación de tu compañero.

 Y si sientes que has agotado todas tus opciones y simplemente ya no puedes hacerte cargo de tu mascota, seguramente no será fácil, pero a veces la única opción que queda es renunciar a ella. Si estás en esta situación, asegúrate de buscar una buena casa, una que sea para siempre.

 Dile a todos tus amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo que estás buscando una nueva casa para tu mascota. Publícalo en facebook, escríbelo por email, háblalo por teléfono. Y si no encuentras a alguien que se quede a tu perro o gato, ponte en contacto con algún grupo de rescate que tenga como política principal la no eutanasia.  Existen una infinidad de asociaciones, albergues, santuarios, ONG’s, refugios, incluso para determinadas especies o razas. Te bastará una búsqueda en Google para darte cuenta de todas las alternativas a tu alcance.

 No aumentes las estadísticas de los millones de perros y gatos abandonados que anualmente son sacrificados debido a la sobrepoblación en las perreras. O peor aún, acaban atropellados en las carreteras después de meses de sufrimiento, hambre y frío.

 Una simple pregunta te puede ayudar a evitarlo: si fuera tu hijo, ¿lo abandonarías?

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